miércoles, 6 de febrero de 2008

SÍ, DÍGAME



¿Hemos aprendido a usar el teléfono?
¿Hemos aprendido a hablar por teléfono?
¿Sabemos identificarnos en dicho aparato?

Por ejemplo, en el trabajo, no sé si por desgracia o no, este es un medio de comunicación muy usual en mi puesto , y a lo largo de los años he observado, y precisamente mis interlocutores no son gente inculta, lo mal que se expresa la gente cuando habla por teléfono. Al descolgar el auricular... dan por sentado que el que está en el otro lado (en este caso yo) sabe con quien está hablando y para qué está llamando el del otro lado. Y hablan con una como si se tratara de su hermana, su mejor amiga o su mujer; y cuando no, como si se tratara del ser más tonto de la faz de la tierra. En ese momento es cuando mi yo más pedante interviene dejando caer al interlocutor la razón de su llamada, indicándole si sabe lo qué quiere, a dónde está llamando y sobre todo preguntándole su identificación, que después de casi un minuto de conversación la que suscribe no lo sabe. A partir de ahí, empezamos de cero.

Y cuando, estoy en casa sobre todo después de comer, cabeceando en el sofá, mi momento más ritual de todo el día, mi soledad, mi descanso...y se le ocurre a una vendedora argentina (no tengo nada contra ellos que conste, pero suelen ser argentinas) preguntarme si me interesa algún servicio de los que me ofrece...sapos y culebras salen de mi boca.

Y cuando, estás con alguien tomando un café en plena conversación, superagusto, y le llaman al móvil y entonces se te queda cara de gilipollas, y con quien estás que se supone que es un amigo abandona la conversación y el rato de intimidad ¡para hablar con un tercero!...sapos y culebras salen de mi boca. Y cuando vuelve a lo mejor me dice: "¿en qué nos habíamos quedado?" Recuerdo una vez cenando en un restaurante que había una pareja enfrente de mí (no sé qué relación tendrían) pero ella estuvo casi tres cuartos de hora, sin exagerar, hablando por el móvil, yo me preguntaba: "¿no sería más fácil que estuviera cenando con la persona con la que está hablando por el móvil?", aunque si así fuese, entonces llamaría por teléfono a la persona con la que estaba cenando.

Y cuando uno va paseando tranquilamente, o está en cualquier lugar y de repente alguien vocea por la calle, que se supone que es una conversación ¿íntima? y te estás enterando de todo, no sólo tú sino todos los que están alrededor.

Y a la gente le da igual estar en el supermercado, en plena caja por ejemplo y hablar con el interlocutor de turno. Y se llevan el móvil a todas partes ( he visto a la gente ir a mear con el móvil) como si se tratara de oxígeno para respirar y cada dos por tres lo sacan para ver si alguien se ha acordado de ellos. Pero ¡Dios!, ¿y el que está a tu lado? es que es más importante el que te llama que el que está presente. A veces, he llegado a pensar que hay gente que hace que habla pero en realidad no lo hace, como si fuera una pose.

A ver si inventan lo mismo que el día sin tabaco, el día sin ....EL DÍA SIN MÓVIL.

7 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es un invento del diablo.
Cuando tardas en responder al móvil o en devolver la llamada,la gente se altera.
Has citado varios casos espantosos. Te doy otro: en el AVE o en el autocar -sobre todo en las líneas de lujo-, cuando el que está a tu lado saca el teléfono móvil y mantiene conversaciones íntimas a menos de medio metro de ti o de trabajo. Tuve que soportar durante casi todo mi último viaje en AVE a Sevilla a un representante de no sé qué empresa de metales trabajando a grito pelado con su oficina dos asientos más allá. Espantoso. Espantoso.

Anónimo dijo...

Las conversaciones telefónicas en el trabajo aportan auténticos diálogos de besugos. Llega uno tan saturado a casa que no corre por coger el teléfono, ni siquiera por si has sido seleccionado entre todos los españoles con una maravillosa jarra ionizadora de agua que necesitas y que viene acompañada de una enciclopeida en 48 lujosos tomos a pagar en 24 mensualidades.

La primera vez que vi a un chico con un móvil me dio la risa porque me pareció estúpido hablar sólo por la calle. En fin.

jg riobò dijo...

Yo no tengo móvil.
En viajes, mi mujer me obliga a llevarlo.

ana dijo...

Pues la 48 ha sido genial Pilar!
mejor que la de ayer para mi gusto, que razón tienes.
Odio este aparato y apenas lo utilizo,
odio que la genta te interrumpa sea cuando sea, así que en este contexto más, estar siempre localizable para usar y tirar.
Mi tiempo no tiene precio y cuando decido descansar, ya puede sonar...
Un abrazo Pilar,
ana

jg riobò dijo...

Crisis superada.
Dareb Altabbane es "sobre la mirada" y Hueco y Palabra se convertirá en una serie de "sobre la mirada".

Anónimo dijo...

A veces, dependemos demasiado del móvil. Es bueno apagarlo de vez en cuando y olvidarse por unas horas.

Me fastidia que me llamen cuando estoy durmiendo o viendo un partido de fútbol.

un abrazo. me gusto tu blog.

Anónimo dijo...

¡Hombre! menos mal que hay alguien más que no tiene móvil. Cuando le dices a la gente que no tienes, te miran como si fueras un dinosaurio. Siempre digo que si hace poco más de 10 años eran ciencia ficción y no nos hacían falta para nada. Igual podremos seguir de aquí en adelante. La verdad es que ahora con esos iphones dan ganas de tener uno pero me temo que no por el teléfono sino por las otras prestaciones.
Entrada superdivertida. Te seguimos leyendo, aunque no haya comentario.
Pancho