martes, 26 de agosto de 2008

VOLVER

Siento que el verano se va yendo poco a poco.
Esa nostalgia y melancolía que me trae la pronunciación del mes de septiembre.
Y el nudo en la garganta se ha hecho más fuerte.
El verano es como un paréntesis.
Las corbatas se abandonan.
Los zapatos y las botas ahí se quedan, y en su lugar aparecen las alpargatas y las sandalias.
El calor relaja. Y el frío encoje. Física pura.
Y encima en este Burgos de cada día, el verano a pesar de su intensa luz y de su fuerte azul
va llegando a su fin.
Los días acortan.
Las mañanas son frías de cojones.
Y no te digo las noches.
Y poco a poco y no por anticiparme (que soy muy dada a ello, a pesar de que intento orientalizarme y eso de "vivir al día" que ahora está muy de moda. Y no mirar atrás, y tal y tal) veo ese túnel que es el invierno de esta nuestra ciudad. Que por todos es conocido que en Burgos, y no es por la mala fama que llevamos, hay dos estaciones: la de invierno y la de trenes.
Volver.
Volver a los horarios.
Volver al cole.
Volver a trabajar.
Volver a pasar frío.
Volver a encorsetarse.
Volver a ponerse medias, zapatos y pantalones.
Vover a taparse hasta los cojones.
Volver, no sé si con la frente marchita o con qué pero hay que volver.
Y como diría el poeta qué corto el amor y qué largo el olvido.
Pues eso, qué corto el verano y qué largo el invierno... Sobre todo en este Burgos.