domingo, 2 de diciembre de 2007

QUE NO ES NAVIDAD, COÑO.

Siempre me ha gustado vivir la vida
repartida, dividida, organizada (digamos).
Me gustan los calendarios, saber el día en que vivo.
Saber el santoral del día.
Saber las efemérides de cada día.
Me gustan los calendarios de taco, que se arrancan hoja a hoja…
Me gustan las agendas, los relojes, los diarios
Hasta me gustan los blogs…

Me gustan las semanas y los meses.
Me gustan el otoño y el verano
y la primavera y bueno, también el invierno.
La infancia, la adolescencia, la madurez (y no sigo)…
Las etapas, al fin y al cabo, las de la vida, las del Camino de Santiago…
Las olimpiadas, cada cuatro años…

Pero ahora todo está como sin perfilar.
Lo que ayer era ayer ya es mañana.
Hay prisa por llegar, y no sé a donde.
No acaba de salir algo y ya lo sabe todo el mundo.
Se queman las etapas sin ser vividas.
Estamos en navidad desde noviembre.
Y nada tiene sentido así, si es que lo tiene que tener.
Pues por eso, hoy os traigo el adviento, que no estamos en navidad, ¡coño!
Que, de estar en algo, estamos en Adviento.

Todos los años a estas alturas
mis hijos me piden el calendario del Adviento.
Siempre les ha hecho ilusión, desde que eran pequeñitos.
Tal vez porque a mi también me lo hacía.
Tal vez porque la vida es, en general, un poco monótona.
Por darle un poco de gracia, juego y azúcar.
Sin darle ningún matiz,
por pura tradición, o mera golosinería.
Y aún siendo hoy grandes (diez y trece años)
me lo siguen pidiendo.
Está formado por saquitos rojos
numerados en dorado,
por cada día del mes.
En cada saquito procuro poner un dulce y una palabra.
Recuerdo cuando decoraron la Castellana en Madrid con palabras, yo pensé,“ me lo han copiado”.
Ya por entonces les ponía una palabra (o frase) en cada saquito del calendario.
Comparto con vosotros algunas de ellas.
Ríete mucho
Paz
Juega sin parar
Escucha
No grites por favor
Da un abrazo
Sé cariñoso…