viernes, 4 de abril de 2008

¡HOY TENGO UN SUEÑO!

Murió hace cuarenta años.
Y él tenía sólo treinta y nueve.
Y, entonces yo, sólo dos.
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A los doce años descubrí a Martin através de una película de su vida.
Me impactó el personaje, me impactó la persona, me impactó el ser humano.
Mi abuela me regaló por mi cumpleaños ese mismo año (yo se lo había pedido, claro) un libro de su vida.
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Su lucha.
La lucha por las injusticias.
Admiro a todas aquellas personas que en su vida luchan por una mejora de los derechos civiles.
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Me sigo preguntando cada día porqué los seres humanos nos valoramos sólo por el caparazón que llevamos.
Porqué seguimos colgando etiquetas.
Porqué siendo tan iguales nos creemos diferentes.
Porque sí. Somos únicos y diferentes, pero somos iguales.
En esencia, somos iguales.
Porque es cierto, que circunstancialmente (social, económica...) somos diferentes.
Y por eso nos creemos unos más listos que otros, o más guapos, o más buenos, o con más poder...
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Ahí radica para mí el sentido de la vida.
En que somos iguales, en esencia.
Es en lo que intento creer, a pesar de mi incredulidad constante, en mi interior creo en eso, sino la vida no tendría ningún sentido.
Por eso hoy tengo un sueño.

Final del discurso que dió Martin Luther King en la Marcha sobre Washington.
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!" -
Washington, DC 28 de agosto de 1963-