domingo, 28 de septiembre de 2008

risa (3)

Me he vuelto a reír.

Pero además a carcajadas.

¡Qué gusto!

Me he reído de mí, la primera y lo primero.

Me he reído de los míos.

En casa nos reímos (intentamos, es difícil con una adolescente en casa, en esa edad se tiene muy agudizado el sentido del ridículo y sin embargo poco trabajado el sentido del humor) unos de otros.

Es la mejor terapia.

Para mí, sin duda.

Cuando me río, no sólo cuando me sonrío, y me río a tope es como cuando he tenido un buen orgasmo...Son esas cosas intensas, profundas, que dejan un poso fantástico y que te devuelven a la vida, y a sentir, a gozar...que ¡coño! es de lo que se trata. Que ya tenemos momentos, que o porque nos los buscamos o porque nos los encontramos, en que tenemos que llorar.

Pues de verdad me encanta reírme, cachondearme y sobre todo de mis miserias.

Creo que el sentido del humor es básico en mi vida, y cuando me falta siento que me falta como el oxígeno de mi espíritu.

Siento que sin reír no sé vivir.

Sí, ya, hay que llorar.

Sin embargo, me deja mucho más a gusto una risotada de esas que de vez en cuando me echo.

Soy gamberra, me siento identificada con ese calificativo.

Y siento si a veces parece que me estoy cachondeando de el de al lado, pero esque una vez que uno se ríe de uno mismo es como un pasaporte para reírse de todo lo de alrededor.

Claro que a veces uno se topa con tanta seriedad...que produce risa.

Mientras tanto espero seguir inspirándome en el libro de "Groucho y yo", de vez en cuando lo ojeo (hojeo, siempre dudo, o sirven las dos, no lo sé) y seguir riéndome de mis miserias.