martes, 19 de febrero de 2008

DORMIR BIEN

He vuelto a recuperar el sueño.
¡Qué maravilla!
En líneas generales (exceptuando mis otitis nocturnas) más o menos hasta los veinte años he dormido como los propios ángeles.
Después empezaron a venir las comeduras de coco, ésas que ahora con los años te producen hasta risa pero que yo al menos a los veinte me las tomaba muy en serio.
Esas trascendencias, esos amores frustrados, esas preocupaciones de los 20 y esos problemas que hacen que descubras que hay una vida ahí esperándote, y esas responsabilidades que llaman a tu puerta y te dicen que tienes que ocupar un sitio. Debió ser que en esa edad empecé a tomar las riendas de mi vida y a darme cuenta de que me tenía que empezar a buscar la misma.
Hasta entonces mi vida había sido, digamos, feliz, me había dedicado a estudiar (en eso no tuve problemas, la verdad, he de reconocer que me gustaba) y a pasarlo lo mejor posible, he sido, se puede decir, una "juergas".
Unos pocos años después vinieron los hijos, y ya se sabe hasta que ellos acostumbran a dormir de un tirón, se pasan noches en vela, al principio porque sus estómagos requieren ser rellenados con el alimento que la naturaleza le coloca a una en el cuerpo y que la hace sentirse como un depósito de gasolina y después porque se ponen malos, tienen pesadillas...
Cuando se fueron ellos acostumbrando a dormir toda la noche seguidita, empecé a ser yo quien noté que me despertaba varias veces en la misma. Entonces fueron años de dormir realmente fatal, y lo peor no era no dormir, lo peor eran los pensamientos que se apoderaban de mí durante la noche, los cuales se desvanecían con ella y cuando empezaba a amanecer y sonaba el despertador era cuando estaba totalmente dormida. Decidí acudir a la química, aconsejada creo que bien por una amiga médico, también probé con la relajación, el deporte...y mejoré pero seguía teniendo noches de insomnio, el silencio de la noche era únicamente violado por los ronquidos del susodicho (él dice que yo también ronco) y por los come-come de mi coco.
Y así hasta hace unos meses que por arte de birlibirloque he vuelto a dormir de un tirón, y es una felicidad, por una parte a veces pienso que me da rabia depender tanto de Morfeo, pero es que lo necesito para vivir.
Una noche de buen dormir es un día de vivir mejor.