domingo, 3 de febrero de 2008

EL POSO


Todo deja huella.

Todo queda.

Todo se impregna.

Todo cala.

Todo es permeable.

Todo deja poso.


A veces una descubre, paseando tranquilamente por la calle o simplemente yendo en coche a trabajar, que un día fue feliz y sin recordar aquello conscientemente siente en ese preciso instante o momento un poso de bienestar, es el poso de la paz interior.

Otras veces es lo contrario, una está de mal humor, se siente como amargada y desesperanzada. Y en ese preciso instante o momento piensa que es por algo, algo en algún momento no acabó de digerirse bien y entonces quedó allí el poso, los posos... y son ellos los que ahora traen el sabor amargo de los restos de aquella experiencia.


Y, procurando vivir -equilibradamente- hay posos que cogen forma de legañas y nos impiden ver con claridad. Otros se convierten en tapones de cera que insonorizan nuestro ambiente. Y a veces esos posos sellan nuestros labios y nos impiden hablar, sonreír; y lo peor, nos impiden besar.

Ese sabor que deja un buen café, un buen vino -como el del otro día -, una buena comida, un buen paseo, un buen libro...Ese poso...

Pero a veces el café está demasiado amargo, el vino pasado, la comida muy fuerte, en el paseo nos salen callos y el libro fue un ladrillo.

Hoy dejo mi poso de tarde gris de domingo de febrero. Es un poso un poco tristón y melancólico.

La foto de hoy se me parece a los posos que hubiese dejado un ramo de novia tipo "bouquet".

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

los posos a veces asientan para hacernos más altos y sólidos,
otras nos hacen andar en la inconsistencia de la materia

qué domingo gris de invierno más productivo, Pilar

jg riobò dijo...

Buen café para el lluvioso y ventoso Domingo.
Parece que todos vamos con recuerdos, olvidos, posos que nos dejan...

ana dijo...

Yo creo firmemente que el tiempo que el café tarda en convertirse en poso, el tiempo que la vida tarda en dejar poso, es necesario para ver las cosas con esa perspectiva necesaria para ver las cosas claras, sin ofuscacioón, ira o rabia...
Un abrazo,
ana.