Siempre me ha gustado conducir.
Me encanta.
Sobre todo en ciertas carreteras, de ésas que cada vez quedan menos. Pero todavía hay.
Esas carreteras estrechas que tienen árboles a los dos lados y desde las que se divisa horizonte.
Recuerdo de niña cuando íbamos en coche a cualquier parte, eramos cuatro e íbamos como sardinas, que me encantaba ponerme en el lado de la ventanilla. Desde allí observaba todo cuanto pasaba y dejábamos atrás. Me hacía pensar, aún siendo muy niña, el hecho de mirar y observar el paisaje. A veces eran pueblos, otras, eran personas que nunca más iba a ver en mi vida. Era como introducirse en la intimidad de la vida ordinaria de cada pueblo. Era como ser partícipe de un día cualquiera de sus vidas.
Recuerdo que me gustaba observar a mi padre conduciendo, y le decía en muchas ocasiones que me explicara el funcionamiento del aparatejo. Aún recuerdo muchas veces, estando el coche aparcado pidiéndole por favor que me dejara sentar. Entonces, cogía el volante y mentalmente conducía hasta los mares del sur.
En cuanto tuve la oportunidad aprendí a conducir. Me enseñó un buen amigo con mucha paciencia, que precisamente un accidente de tráfico se le llevó una noche de verano, no sé si a los mares sur. Un beso desde aquí, Ángel.
Tengo que reconocer que enseguida aprendí, y como no podía sacarme el carnet, más de una vez conduje sin tener derecho a hacerlo. En cuanto me hice con unas pelillas de esas que se obtienen con trabajos secundarios y terciarios a los veinte años, me saqué el carnet, ya lo he renovado dos veces, ahora tengo el moderno, ése que es como una tarjeta de crédito.
Y desde entonces, en el coche he pasado momentos estupendos, me encanta fumar en el coche abriendo un poco la ventanilla y escuchando música. A veces me dejo llevar por alguna carretera de esas que tienen árboles.
Pero, también he pasado momentos de tensión. He llegado a sacar en alguna ocasión y sobre todo por ciudad, que es donde todo el romanticismo que ofrecen esas carreteras se desvanece con los semáforos, con los pitidos..., al ser más primario que llevo dentro. Salto como un muelle. Insulto, hasta hago gestos soeces...
Y me pregunto por qué será.
Cómo es posible que dentro de ese habitáculo sienta experiencias tan extremas.
jueves, 28 de febrero de 2008
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19 comentarios:
Conducir produce sensación de libertad, será porque es el único sitio dónde se domina.
Lo del dedo ya es más complicado, hay gente que se pica y es capaz de perseguirte para seguir con la bronca.
Tuve una dos caballos rústica descapotable, qué portento de la simpleza y qué pronto se arrugaba en los pequeños accidentes.
No has comentado nada de las demás cosas que se pueden hacer en un coche, cambiarse la ropa en la playa (intentando sacar los granitos de arena de los pliegues), dormir, leer, comer, esperar, limpiar el salpicadero, mirar veinte veces lo que llevas en la guantera, mirarse el perfil de los ojos y las epinillas en el espejito, pintarse los labios, repanchigarse, limpiar ganchitos, donuts, sorpresitas kinder... y muchas, infinitas aplicaciones que se me ocurren...
hasta me he llegado a leer el manual de instrucciones...
Ay amiga bipolar, qué te voy a contar que tú no sepas o que no sepa cualquiera, pero precisamente he dejado abierta la puerta del coche para que entréis a comentar con vuestras ideas.
Ya sabes lo que hemos hecho casi todos dentro de un coche. Mi abuela decía que cuidadín que el coche era una cama con ruedas.
Me gusta lo de la cama con ruedas que decía tu abuela...
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Aun recuerdo esas carreteras de las que quedan pocas, con los negritos pintados de blanco, apenas visible el asfalto de noche. Mi padre era conductor e hice con él miles de quilómetros de niño, a su lado, mirando el paisaje como ya no puede mirarse.
Hoy ando tan liado que ni con coche (que hoy se puede ojar, por cierto) voy a poder publicar algo.
(Me lo reservo para mañana)
No pensé que un nick te pudiese dar tantos quebraderos de cabeza. Ya sabes ahora que, con ese nick, quería ponerme a "tono".
Cordialidad y alegría, porque ya llega la lluvia.
Joan
Pedro, es que mi abuela tenía mucha gracia, que por cierto conducía, no sé si ella llegaría a hacer algo más en el coche.
Joan, un abrazo, y sigue escribiendo que me en-canta
Mi padre era tratante de lana y anduve en el 1500 por esas carreteras de Dios...
Pues yo sin embargo ODIO conducir...y me paso la vida al volante. Mal rollo
Javier, me encantaba el 1500, y la profesión de tu padre, ya me la imaginaba.
Blogofago, pues debes canalizar ese odio (joder ha sonado a rollo de psicólogo). En serio, si te pasas la vida al volante, ponte la radio, llévate buena música...ya me imagino que lo harás, pero bueno yo te lo digo.
Gracias chicos, por estar ahí.
No conduzco. Aprendí en Ibiza en los años 70 pero cuando llegó el dia del examen, me fui a Toronto a ver a mi hermano y cuando volví ya era tarde... Luego iendo de un lado para el otro, los años fueron pasando y ahora, francamente, no me lo voy a sacar (no veo tres en un burro). No sé lo que se siente al volante. Creo que me he perdido una experiencia ¿orgásmica? Besotes, M.
MERCHE, yo creo que es como todo en la vida, si no lo has probado me imagino que no lo echarás de menos. Para mí es fundamental, me da independencia y siento libertad cuando me monto en él...cómo esta sonando,Dios mío!
Pero, la verdad, es que yo creo que un orgasmo es incomparable con cualquier cosa.
Mi madre dice que en el coche se ve realmente el carácter de las personas.
Es una afirmación para pensar.
Un abrazo,
ana.
Ana, tu madre como todas tiene toda la razón. Mi madre también dice que en la mesa y en el juego se conoce al caballero.
un besote
Qué suerte, Pilar. Conducir por esos sitios que dices y hacer tu paradita a contemplar el paisaje, a beber agua al frescor de esos árboles, con su frescor y lo que evocan.
Felicidades por saber mirar en la belleza de las cosas peqeuñas.
Y graicas por por trasladarme a tu infancia. Son hermosos los recuerdos.
Que nunca pierdas esa sencsibilidad.
Un abrazo.
http://tiflohomero.blogspot.com
Gracias, Alberto, tus palabras siempre son de ánimo
BIPOLAR, entro en el blog de Pilar para decirte que intenté dejarte un comentario en tu blog pero no pude acceder. Lo intentaré de nuevo mañana. Besotes, M.
MANZACOSAS, Gracias por tu comentario en mi blog, pero tambien aprovecho éste (perdona Pilar que esté abusando de tu hospitalidad bloguera) para decirte que mires mis entradas sobre Ibiza (hay seis). ¡Igual nos conocemos! Besotes, M.
Yo también disfruto conduciendo.
¡Menos mal! porque me toca hacer un buen momtón de kilómetros cada año.
Y me gustan ese tipo de carreteras que también te gustan a ti.
Hola, Pilar. También te pido perdón, como Merche Pallarés, a la que indico que mañana, hoy ya no tengo tiempo, miraré las entradas sobre Ibiza que tiene en su blog. Y también, Merche, si me das tu dirección de correo electrónico podré hablar, o podremos hablar, sobre Ibiza directamente sin utilizar los blogs de otros, por muy atentos que sean. Un saludo. Mazancosas.
Hola MERCHE y MANZACOSAS, no tengo ningún problema, mi blog está abierto.
Un abrazo ibicencos.
FRANCISCO O. CAMPILLO, me alegro de compartir esta afición.
Otro abrazote.
Gracias por estar ahí.
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