Ayer tuve el gusto de charlar con Alejandra, una estudiante uruguaya que lleva dos años aquí en Burgos haciendo la tesis doctoral.
Me contó que durante este tiempo no ha ido a su país, y por lo tanto no ha visto a su familia.
Me dijó que estaba deseosa de ir.
Ayer por la noche cogía el avión y probablemente habrá llegado o estará a punto de llegar a Uruguay.
Ella vive allí en una ciudad costera.
Y me dijo que tenía tantas ganas de ir que últimamente soñaba con el olor a mar.
Y entonces pensé en los olores.
El olor es mi primera sensación ante cualquier lugar o situación.
Que me lleva,
que me transporta,
que me eleva,
que me repugna...
y que me produce sensaciones varias, agradables y desagradables.
El olor, es como la música, como aquella canción que llevas tiempo sin escuchar y que de repente tienes la suerte de que llega a tus oídos y te instalas en aquel preciso momento.
El olor a café....siempre que voy a un lugar nuevo y tengo la oportunidad(casa de alquiler o parecido) me llevo una cafetera, y lo primero que hago al instalarme es un cafetito. Para mí es calor de hogar...¿seré como los perros? ¿será para dejar mi huella?, o porque simplemente ese olor, ese aroma, me hace sentirme como en casa.
El olor de palomitas...trae a mis hijos corriendo a la cocina.
El olor de la casa de mi abuela.
El olor de cada casa.
El olor de las personas.
Y el olor de hombre...¡qué rico!
El olor de la fatiga, el olor de sudor.
El olor que echa "patrás", el olor que te produce arcadas (no puedo evitar recordar a mi amiga M.,no digo su nombre, pero es que es exageradamente sensible ante los olores).
El aroma, el sutil halo que deja el perfume de alguna mujer que se empalaga la piel.
El olor de sangre....
El olor a bebé...
El olor a leche materna...
El olor a hospital...
El olor a río...
El olor de mi niñez...
Hay olores indescriptibles, irreproducibles, olores tan personales...Hasta los perfumes, las colonias se instalan de diferente forma en cada cuerpo.
Hay olores que enamoran.
Hay olores que se mastican.
Olores.
En esta entrada sí que no puedo introducir el olor, porque ni se ve, ni se oye, ni se toca...¿Huele a algo esta entrada?
Alejandra, desde la distancia te deseo que ahora mismo no sueñes ni te imagines el olor a mar porque lo estés oliendo de facto.
jueves, 13 de diciembre de 2007
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6 comentarios:
Parece una exageración, pero tener una pituitaria sensible, da unos problemas de narices.
Cualquier escenario -aún conteniendo los manjares más exquisitos- y me refiero no sólo a los que satisfacen la gula, sino a cualquier bodegón imaginable o cotidiano, puede producir la más increíble de las repulsiones, lo cual, a las entendederas de los demás, puede llegar a resultar una “olorfobia” incomprensible.
Sigo pensando, que no sé lo que fui, pero bastante animal...
lo que me hace reflexionar...
que lo sigo siendo.
La verdad es que mi olfato deja mucho que desear...creo que fue a raíz de dejar de fumar...si, si, aunque parezca un contrasentido, es algo malo pero también bueno ya que me libra de esos olores incómodos o nauseabundos que hay por esos mundos de Dios. Bueno que me enrollo y lo que quiero decir respecto a este tema es que los hombres que huelen bien enamoran, parece una tontería pero...hay gente con ese don, siempre huelen bien, pero no es un olor cualquiera es un olor especial, me encanta.
Es curioso, Pilar, cómo el recuerdo de los olores es una de las cosas más permanentes que tenemos los seres humanos. Todos sabemos a qué olía nuestra infancia, la piel amada o lo que nos desagrada.
Bipolar, estoy contenta de compartir contigo algunos olores que a veces no son del todo agradables y de las horas que pasamos juntas y espero seguir pasando.
Tienes un encanto y una gracia especial, no sólo escribiendo sino en presencia.
Perla,no pierdas el olfato para el hombre que te enamore.
Pedro,que nunca tengamos amnesia olfativa.
Gracias a todos por estar ahi.
Magnífica elegía al olor.
Para mí el olor es determinante en la mi vida, sobre todo con el recuerdo y la nostalgia.
Estupenda entrada.
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